Cada día es una lucha, pero también cada día es nueva la misericordia que el señor nos regala. La vida pasa, percibimos que nuestro alrededor cambia, las situaciones de las personas cercanas mejoran, notamos y nos alegramos al saber que prosperan y como Dios cumple cada una de sus peticiones.
En cambio nosotros sumergidos en la nada, los mismos problemas de toda la vida, vemos como se alejan nuestros sueños, se hace más y más difícil alcanzarlos, insinuamos que todo conspira en nuestra contra. Cuando creemos que hemos pasado la peor de las tragedias, llega otra que es aun mucho más terrible que la anterior, cuando creemos que ya lo hemos visto todo en esta vida, y que no nos puede pasar algo peor; resulta que no. sentimos caer, sentimos desfallecer en medio de la nada, con las manos atadas, sin poder resolver ninguno de nuestros problemas, no hallamos una puerta y mucho menos una luz que nos guie a la salida.
Pero detrás de tantas cosas malas, hay miles de bendiciones, y lo primero que debemos hacer en esos momentos tan difíciles, en los cuales caemos en cuenta que no tenemos nada, y es ahí en donde debemos reconocer que necesitamos la ayuda de Dios y de nadie más. El es el único que puede darnos esa paz en medio de cualquier situación y a su vez resolverla.
Lo segundo es humillarse y rendirse ante Dios de corazón, entregarnos a él, es mas hasta pensamos que le podemos dar a Dios, si no tenemos nada, ni siquiera nuestra vida porque está convertida en un desastre, nuestro corazón mucho menos porque está destruido y nuestras manos totalmente vacías. Por lo tanto no tomamos en cuenta que Dios es experto en hacer espectacularidades de la nada, y que al estar en esta situación nos hace los primeros candidatos y los más opcionados para ser usados por Nuestro Padre celestial.
El da gracia a los humiles, por ende pasamos por esas situaciones ya sea por nuestras malas decisiones o porque Dios quiere sacarnos de la comodidad, del estancamiento, porque es hora de que despertemos y quiere llamar nuestra atención, porque tiene cosas mejores de las que el mundo nos puede ofrecer.
No perdemos nada por confiar en Dios, al contrario ganamos muchísimo, es mejor pasar nuestras luchas acompañados por El, que estando solo sin que nadie seque nuestras lagrimas, tal vez ya no te alienta escuchar las mismas palabras de ánimo que te dicen los demás, pero hay algo en lo que si debes de creer y es en lo que dice su palabra. Si Dios te dice que nos bendecirá, tenemos que creerlo, si El nos prometió, libertad, sanidad, restauración, debemos creer, tenemos de nuestro lado al Dios de lo imposible, al Dios que todo lo puede, el Dios que actúa de manera sobrenatural, Quien nos toma de nuestra mano derecha y nos dice, no temas, Yo te ayudo.
¿A Quien temeremos? si nos corresponde como Padre el Dios que salvo en un arca a Noe y a su descendencia; si nuestro Padre es el mismo Dios que llamo a Moisés para libertar al pueblo de Israel y sumado eso les abrió el mar para que cruzaran; nuestro padre es el Dios de Josué, quien lo hizo todo un valiente; el Dios que libro a Daniel del foso de los leones. Dios grande y temible, Dios fuerte y tierno, Jehová de los ejércitos que va delante de nosotros peleando nuestras batallas, claro está si nosotros se lo permitimos.
Sacúdete y confía en Dios, ¨Dichoso el hombre que en ti confía ¨ salmos 84:12 (Reina-Valera 1960), espera en Dios, clama a Él y te responderá. Amalo con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu alma, entrégalo todo por él. Vale la pena confiar, vale la pena esperar, es lo mejor que puedes hacer.
Si te sientes cargado, turbado, angustiado, triste, toma un momento a solas, y llora, desahógate, adórale, alábale, háblale. Lo importante es que le busques y que nunca más te separes de Dios.
¨Porque te tome de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llame, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseche. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscaras a los que tienen contienda contigo, y no los hallaras; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: no temas, yo te ayudo¨
Isaías 41:9-13 (Reina-Valera 1960).
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